Cuando los padres pierden el miedo a decir “NO”.

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El deseo máximo de los padres es que los hijos sean felices, autónomos, responsables, inteligentes y que estén protegidos de daños físicos o de personas malas que los puedan lastimar. Pero, en la mayoría de las familias, esa máxima se convierte en una obsesión o ansiedad por miedo a que no suceda. Extreman la atención en los hijos y no hay equilibrio ni consciencia de lo que se les están dando. 

Los padres quieren dar las mejores comodidades en casa, la mejor educación, vacaciones, ropa, tecnología, fiestas de cumpleaños, regalos y hasta elegir sus amistades, todo con el firme propósito de ser un mejor padre o madre que, en la mayoría de los casos, la sociedad va dictando con las falsas etiquetas sociales, las exigencias y el estatus social que hacen sentir a los padres que “no son suficientes”. 

En esa absurda “competencia social” por demostrar que se es un súper padre o madre (ante los amigos, familiares, o mejorar la versión que tuvieron de sus propios padres), pierden el sentido de la realidad, de lo que es verdaderamente importante para dar en la niñez de sus hijos. Hacen creer a los niños que los padres son la fuente inagotable que provee felicidad, comodidad, protección y sustento y que no debe esforzarse por nada, obtienen un “si a todo” lo que desean o en ocasiones los padres les dan sin que el niño pida. 

Los padres olvidan que al “dar” a los hijos también están educando, implicarlos en la tarea, en el hacer para merecer, en que entiendan que hay una relación entre el esfuerzo y la recompensa y fomentar de esta manera, la responsabilidad, la autonomía, el agradecimiento y el valor a lo que reciben. 

Padres no tengan miedo a decir “no” porque esto sucede: 

  • Cuando los padres niegan un permiso, es porque saben que eso no es correcto para su edad o para su bienestar. 
  • Cuando los padres corrigen malas acciones, que no precisamente han aprendido de ellos, sino que se le ocurrió al niño, enmiendan un camino a tiempo, de lo contrario se atreverá a hacer cosas atroces y dañará a otros. 
  • Cuando usan el “no”, les permiten conocerse a sí mismos, tienen que gestionar sus emociones, tolerar la frustración, saber que hacer con lo que sienten, superar el rencor, cambiar un pensamiento negativo por algo más propositivo. 
  • Cuando los padres niegan sus deseos orillan al niño a que aprenda a descubrir cómo lograrlo, argumentar para convencer, proponer un intercambio beneficioso entre dos partes. 
  • Cuando dicen no, les enseñan a recuperarse de una decepción, a no hacerse las víctimas y convertirse en creadores buscando el cómo “sí”. 
  • Cuando dicen “no”, les ayudan a actuar son certeza sabiendo lo que se espera de ellos. 
  • Cuando les imponen límites los ayudan a respetar reglas y personas y logran armonía en sus relaciones. 
  • Cuando los hijos han hecho algo que no es correcto y como padres aplican sin falta una responsabilidad por sus actos lo ayudan a ser seguros de sí mismos y personas de bien.  

Los niños van creciendo y juzgarán de adultos a sus padres por no haber hecho lo correcto a tiempo, sabrán que fueron padres irresponsables, débiles o blandengues y que por eso la vida se les complicó. En cambio, los hijos siempre perdonarán, valorarán y agradecerán tener padres firmes, valientes, estrictos, responsables, amorosos y divertidos.  

Es muy importante decir NO, porque si no lo hacen los padres lo hará la vida y será mucho más doloroso para todos.

Dra. Zita Rivera Directora educativa del CSJ 
Doctora en Educación Holista
Maestra en tanatología
Certificadora internacional en Mindfulness

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