Después de mis padres, tú eres el ídolo que guía mi comportamiento y me da las bases para estructurar mi personalidad. Yo soy aquel ser inacabado e indefenso que por decisión de mis padres fui colocado en tus manos porque necesito vivir experiencias educativas que me permitan: canalizar mi energía, desarrollar mi cuerpo, madurar mi pensamiento, manejar mis emociones, adaptar mi comportamiento y elevar mi espíritu.
Me pongo en tus manos con la confianza de encontrar el amor, la aceptación, la comprensión, el respeto, la paciencia, la orientación y el apoyo que me permitan aprender a controlar esos imperiosos impulsos naturales de jugar, reír, cantar, saltar, correr, hablar, soñar, imaginar y, sobre todo, explorar y crear canalizándolos positivamente en el desarrollo de mis potencialidades.
Comparto contigo un tiempo valioso en el colegio, por lo tanto, necesito que entiendas que este nuevo camino que comienzo a recorrer a tu lado me exige controlar mi cuerpo, mi mente, mis emociones, mis acciones y reacciones; todo aquello en lo cual soy inexperto y que me ofrece una serie de dificultades y retos que con tu asesoría respetuosa y tu apoyo permanente espero ir venciendo con el correr del tiempo.
Por eso te invito a que reflexiones seriamente sobre las siguientes consideraciones: Ámame tal como soy con mis “errores” e “imperfecciones”. Valora incondicionalmente mis intentos por dar lo mejor de mí y mis esfuerzos por aprender.
Ten en cuenta mi individualidad, ya que tengo diversos aspectos por mejorar y cosas por aprender distintos a los demás.
Sé paciente. Dame el tiempo, la motivación y el refuerzo suficientes para poder asimilar todo aquello que quieres enseñarme y poder así responderte eficazmente… ¿De qué tienes afán?
Cada uno de tus alumnos tenemos una forma particular de aprender. Tenlo en cuenta a la hora de enseñarnos, y sobre todo, al evaluarnos.
Si supieras cuanto te admiro, te quiero y te respeto… advertirías que tu conducta de adulto cuando acudes al autoritarismo y recurres a la disciplina utilizando el maltrato a través de estrategias represivas para “encausar” mi comportamiento, me hiere profundamente porque contradice todo lo positivo, bueno y bello que quieres enseñarme y espero de ti…. Y cuestiona la imagen e ideas que tengo sobre ti.
Tú, profe, eres mi guía, tómame de la mano y llévame con cariño y respeto al descubrimiento del mundo, al conocimiento del universo, de mis congéneres y al encuentro conmigo mismo. Soy vulnerable por mi edad, tamaño, ingenuidad y transparencia. Permite que esta sea una experiencia única y maravillosa para los dos en la que siempre podamos tener y compartir recuerdos especiales e indelebles en el tiempo y el espacio.
Ante todo soy un niño inocente, puro, sincero y ansioso por comprender el mundo y encontrar mi sitio en él. Si percibes esto, si te das cuenta… ¿Modificarás tu manera de actuar conmigo y mis compañeros? Estamos en tus manos y contamos contigo. Tus decisiones y acciones nos afectan directamente y son, en muchas de las situaciones, “los obstáculos” que no nos permiten a veces entender, aprender o avanzar. ¡Gracias por enseñarme y ser mi profesor!
Con todo mi cariño y respeto:
Tu alumno.
Muchas gracias a todos los maestros del colegio, mis hijos los aman , recordando que la enseñanza que deja huella no es la que se hace de cabeza a cabeza, sino la que se da de corazón a corazón.