A partir de marzo del 2020, y de forma imperante sin previo aviso, maestros y alumnos tuvimos que adaptarnos a una nueva manera de aprender y seguir educando. El regreso a clases presenciales presenta un reto vertiginoso, recuperar el nivel académico y aprendizajes que se han rezagado por las clases virtuales, la reinserción de todos para desarrollar las habilidades sociales y la gestión emocional después de vivir en el encierro durante tanto tiempo.
Si bien, los contagios han disminuido, tenemos que reconocer que esto no desaparecerá y tendremos que adaptarnos y aprender nuevas maneras de convivencia y cuidado personal para seguir adelante.
Los académicos que hemos vuelto, notamos que no sólo la adquisición de conocimientos y alcance de ciertas habilidades de aprendizaje, atención y memoria se han disminuido por estar en clases virtuales, también han mermado considerablemente el desarrollo de ciertas inteligencias imprescindibles para la formación integral.
Hay ventajas considerables al regresar a clases presenciales porque se va a:
Reforzar la inteligencia espacial y visual.
Estar encerrados en casa, en un espacio menor, sin desplazamientos con más personas disminuyó su capacidad para estar alertas, dimensionar su espacio, ubicarse, medir distancias y formar imágenes mentales de lo que estamos diciendo sin apoyo visual explícito, tales habilidades se reforzarán en la presencia.
Recuperar la kinestesia y la conexión interior.
La inteligencia del movimiento y la energía para reaccionar físicamente, brincar, correr, tener fuerza para trepar, subirse a los juegos, frenar, sujetarse y no caer creemos es lo que beneficia a nuestros niños para la generación de neurotransmisores que en conjunto con el mindfulness contribuyen el bienestar emocional y la auto indagación.
Reforzar la inteligencia lógico matemática.
Aun cuando se continuaron las actividades y ejercicios matemáticos en este más de año y medio que estuvimos fuera del salón, los alumnos han perdido el interés y habilidad para hacer por sí mismos operaciones, cálculo y razonamiento sin la ayuda de una calculadora o de alguien en casa que nos percatábamos “soplaban” los resultados. El niño en el colegio recordará como hacerlo por sí mismo y reconocerá el valor de lograr obtener cálculos y resultados de su propio esfuerzo y entendimiento.
Reforzar las habilidades sociales.
Las habilidades sociales son las capacidades y destrezas interpersonales que les permiten a los niños relacionarse con otras personas en diferentes contextos de forma adecuada. Con ello logran expresar su sentir, miedos, deseos, opiniones, necesidades o saber cómo comportarse en diferentes situaciones. Estas habilidades son imprescindibles para la vida, y si están encerrados conviviendo siempre con las mismas personas, en el mismo lugar se limitan por ejemplo: defenderse y decir “no”, poder iniciar, mantener o cerrar conversaciones, tolerar la frustración de que otro no le comprenda, no sea como él, o que se siente diferente, enfrentarse eficazmente a las críticas.
Las habilidades sociales los capacitan para relacionarse con la diversidad, para hacer valer sus derechos personales, para hacernos notar, para pedir un favor, lograr la atención, ser líderes de opinión o acción y sobre todo para manejar adecuadamente situaciones de conflicto con lo demás.
Cultivar el apoyo social
Cuando los niños están mucho tiempo aislados y sin relacionarse físicamente con otros pares, tienden al egoísmo, pierden su capacidad para el entendimiento, simpatía y empatía que los lleva a ser menos compasivos con ellos mismos y por ende con los demás. A lo largo de su vida y al estar inmersos en una sociedad tendrá que saber convivir con otros, pensar en los demás, relacionarse, hacer amigos y resolver conflictos. El éxito y liderazgo profesional, familiar y personal requiere que puedas conectarte, conversar, tener interés, escuchar atentamente, expresar asertivamente, mostrar respeto y empatía y eso sólo se logra con la convivencia presencial.
Excelente artículo!!!